Hace poco encontre estas palabras del director Luis Ospina cuando recibio el premio de toda a una vida en el cine y me parecieron un bonita exposición de la realidad del cine en Colombia y una confesión de un hombre enanorado de su oficio. Aqui su re-publicación con links a sus películas o por lo menos a parte de ellas.
Don Luis muchas gracias por el mal ejemplo!
"Agobiado por el desencanto y la desazón suprema, Andrés Caicedo me
escribió en una carta, a comienzos de la década de los setenta, una
frase lapidaria: “Tal vez podamos hacer cine en el año 2000”. Acababa de
abortar el rodaje de su película Angelita y Miguel Ángel,
codirigida por otro mártir del cine caleño, el inolvidable Carlos
Mayolo. Han rodado los años con una velocidad desordenada y muchos han
sido los cambios por los que ha pasado el cine desde entonces. El lejano
año 2000 de Caicedo es un asunto pretérito. Y este año 2010, hace
exactamente cuarenta años, comenzó mi carrera cinematográfica cuando
dirigí Acto de fe en la escuela de cine de la Universidad de
California, aunque ya había hecho mi "primera comunión" cinematográfica a
los 14 años cuando rodé con la cámara de mi papá el cortometraje Vía cerrada,
que afortunadamente tengo archivado en la cinemateca del olvido. Un año
antes, desilusionado con las películas, Roberto Rossellini había
declarado que el cine había muerto.
Si bien desde que comencé a hacer cine estoy viviendo su muerte, me
siento afortunado de haber sido un hombre de cine toda mi vida. Para mí hacer cine
no solo ha significado dirigir películas. Además de mi trabajo como
realizador, he sido productor, montajista, sonidista, camarógrafo,
cronista y hasta actor ocasional. Como gestor cinematográfico fui
director de la Cinemateca del Museo de Arte La Tertulia, codirigí el
Cine Club de Cali y cofundé con Andrés Caicedo y unos pocos buenos
amigos la revista Ojo al Cine. Y actualmente soy el director
artístico del Festival Internacional de Cine de Cali, que tuvo su
segunda edición del 27 de octubre al 7 de noviembre. También he
incursionado en la docencia aunque siempre he pensado que lo que más
educa es el mal ejemplo; por eso mis películas, desde Agarrando pueblo hasta Un tigre de papel, han servido de estímulo e inspiración para los jóvenes cineastas.
El cine tal como lo conocí a principios de los años cincuenta ya no
existe. El cine ha perdido sus templos y su sacralidad. Y, desde luego,
ha perdido su misterio. Ya no es ese ritual a la vez tan íntimo y tan
colectivo de la sala oscura del teatro de barrio. Hoy igual lo vemos en
un multiplex en 3D que en un teléfono celular o en un computador, en
YouTube o en Facebook, en un reproductor de devedé o Blu-ray o en una
copia pirata de mil pesos. O simplemente lo bajamos de la red. Los
nuevos cineastas ahora encuentran la mesa servida. Todo es tan fácil.
Todo es digital. Todo está al alcance de un dedo. Hoy más que nunca es
cierta la consigna expresada por Glauber Rocha en los años sesenta de
que para hacer cine solo se necesita una idea en la cabeza y una cámara
en la mano.
Cuando regresé a Colombia en 1972 los cineastas se podían contar con
los dedos de la mano. Y del pie porque, la verdad sea dicha, había
algunos que hacían cine con las patas. Pero todos por igual teníamos que
hacerlo con las uñas. Todo era muy difícil y muy caro. Cobraban la
película como si fuera virgen. Había que tener fe en ella porque “fe es
creer en lo que no se ha revelado”, como nos lo enseñó el catecismo del
padre Astete. El cine era un oficio de tinieblas; desde la lata
herméticamente sellada hasta el traspaso de la película virgen a la
cámara para luego ser violada por el haz de luz que penetra por un
diafragma que se abre o se cierra según las exigencias de la escena.
Pero paradójicamente en esa época había laboratorios, cosa que en este
momento de bonanza del cine en Colombia no hay. Hoy en día se están
haciendo películas como pan pero no hay horno. Ni hay cama para tanta
gente porque la industria cinematográfica siempre le ha sido esquiva al
cine colombiano. El mercado nacional se satura con poco más de una
docena de filmes colombianos. De un tiempo acá ya ni las películas que
se hacen con un franco y abierto ánimo de lucro están amortizando su
costo. El presupuesto de las producciones se incrementa a medida que el
público decrece. Pero no se desanimen por eso, jóvenes cineastas. Como
bien lo dijo ese profeta del mal ejemplo Jean-Luc Godard: “El cine no se
hace para ganar plata sino para gastarla”. Y eso es lo que me propongo
hacer con el dinero de este premio; gastármelo haciendo lo que me gusta
hacer: un cine de outsider, provocador y a contracorriente, cada vez más
alejado del espectáculo y del comercio. El cine que necesito
hacer. Antes de morir el bien amado Claude Chabrol se quejaba de
que“hoy día el cine goza de un prestigio bastante chocante. Nuestros
contemporáneos no quieren ‘hacer cine’, quieren ‘estar en el cine’, lo
que no es exactamente igual. Quienes quieren ‘estar en el cine’ no
sienten la verdadera necesidad de hacer una película. No lo necesitan
como el aire que respiran”.
Por último, le quiero dedicar este premio a SINCINCO (Sindicato de
Cineastas Colombianos), una entidad fantasma que fundé hace años para
cobijar a todas esas amistades que me han ayudado, de una forma u otra, a
hacer cine y a vivir, que para mí viene siendo la misma cosa. Cuando se
me comunicó que me había ganado el premio a toda una vida dedicada al
cine pensé que era como un “homenaje póstumo en vida” pero, al igual que
Groucho Marx, pensé: “¿Por qué debería preocuparme por la posteridad?
¿Qué ha hecho la posteridad por mí?”. Mejor los homenajes en vida que
después de muerto y, si hay plata, tanto mejor.
Les agradezco a todos este premio como una afirmación de la
aspiración que tenemos todos los cineastas a ser considerados como
trabajadores culturales y, en consecuencia, a poder gozar de todos los
derechos correspondientes a la seguridad social y a un programa de
pensiones digno.
Muchas gracias".
Tomado de la revista "El Malpensante" vea la publicación original aqui
Muchas gracias".
Tomado de la revista "El Malpensante" vea la publicación original aqui
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