miércoles, julio 27

Cine de terror en Colombia I



La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos, es el miedo a lo desconocido”.
LOVECRAFT


Incitado por el creciente interés del cine de terror en los jóvenes realizadores colombianos (me refiero a los menores de 21 años), que en las aulas de las Escuelas de cine de las Universidades de la ciudad viven experimentando con este género —por momentos subestimado pero ciertamente complejo y difícil— decido realizar unas pequeñas anotaciones sobre este tipo de cine y sus esfuerzos dentro del cine nacional.


El terror tiene como principal ingrediente la preocupación de que algo terrible está por suceder, por tanto, juega con las expectativas y las hipótesis permanentes de los espectadores. No hay nada mejor, en este tipo de películas, que los giros narrativos sean realmente inesperados y sorpresivos, tarea realmente ardua para los guionistas de este tipo de filmes. La cámara cinematográfica, entre más sea capaz de sugerir diferentes caminos, de generar nuevas imágenes en la cabeza de los espectadores, de despertar los propios miedos internos de la cotidianidad, será más efectiva. En ocasiones, esa exageración de lo visual, esa pornografía de la imagen, termina por convertir algo destinado para producir miedo en relatos cómicos marcados por el absurdo.



Entre los distintos temas recurrentes en este género están las secuelas de casos de destripadores y asesinos en serie; caníbales, monstruos, fenómenos y ermitaños; crueles venganzas de la naturaleza frente a los usos que el hombre ha hecho de ella; invasiones alienígenas de todos los tipos; muertos vivientes dispuestos a devorarse a los vivos; fantasmas, casas encantadas, posesiones demoniacas, demonios, cultos satánicos, sectas y rituales con vudú; además de seres mitológicos como vampiros y hombres lobo.
El ser humano le teme a lo desconocido pero qué más fascinante que eso mismo. Este género es imprescindible en la medida que explora todos esos aspectos que nos asustan o que quizás, en menor o mayor medida, exploran ese lado oscuro, morboso y hasta perverso que tiene en cantidades diferentes cada quien. El cine de terror es la posibilidad de sufrir y vivir durante un rato una pesadilla colectiva sin riesgos reales, sin tener que enfrentar en carne propia el horror.

En el mundo han existido grandes maestros, desde Murnau hasta Wes Craven, pasando por Hitchcock, las películas basadas en libros de Stephen King y las películas de serie B de George Romero. En Colombia, durante años su principal representante fue Jairo Pinilla con películas antológicas como “Funeral siniestro” y “Veinticuatro horas con la muerte”, que a pesar del disímil resultado de sus películas, fue un valiente esfuerzo por hacer este tipo de cine. De un tiempo para acá, podrían enunciarse los esfuerzos de Adolfo X con sus películas basadas en el personaje de Mountruöx, un ángel encarnado en el cuerpo de un metalero paisa que lucha contra un falso profeta; pero sin duda, la plena entrada en el siglo XX ha revaluado el género entre los realizadores colombianos, tal vez desde el éxito de películas como “Al final del espectro” de los hermanos Carlos Esteban y Juan Felipe Orozco. En la actualidad, está próxima a estrenarse la cinta “El páramo” de Jaime Osorio Márquez, un relato sobre unos soldados enviados a un desolado paraje donde encuentran a un único y misterioso sobreviviente, que terminará por socavar la integridad y cordura de los soldados.. Como ven, el tema es amplio, así que para no aburrirlos más, prometo un nuevo post ampliando estas notas sobre el cine de terror en nuestras pantallas. Por ahora, los dejo con el tráiler de la película de Osorio y termino aplaudiendo la buena salud de este tipo de cine en estas tierras, que por lo visto habrá para rato, viendo lo que están haciendo los más jóvenes en las Universidades.

Hasta la próxima…

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